No hay dos personas con parálisis cerebral iguales, las manifestaciones y la intensidad de esta discapacidad puede variar mucho entre individuos. Algunas de estas personas tendrán afectado en su totalidad el cuerpo, otras sólo tendrán alguna dificultad en el habla, para caminar o para usar las manos. Es decir, algunas personas vivirán prácticamente sin ninguna manifestación de su discapacidad, mientras que otras necesitaran todo el apoyo de sus familias para la mayoría de sus tareas diarias.
Para quien tiene esta discapacidad, el inicio de un movimiento a menudo desemboca en otro involuntario, por lo que es habitual desarrollar patrones de movimiento diferentes a los que pueden producir otras alteraciones.
Una persona con parálisis cerebral puede tener, en mayor o menor intensidad, alguno o varios de los siguientes síntomas:
- Discapacidad intelectual: Tiene una incidencia del 50% de los casos. Generalmente asociado a discordancia verbo-espacial.
- Crisis epilépticas: Se da en un 25-30% de los casos, asociado sobre todo a hemiplejías o tetraplejias severas, produciéndose crisis generalizadas o parciales, imposibles de predecir. Pueden comenzar a aparecer tanto en la infancia como en la vida adulta, pero en cualquier caso se pueden controlar con medicación.
- Afecciones de la vista: De todas las afecciones oculares, la más común en personas con parálisis cerebral es el estrabismo, en el 50% de los casos, que puede ser corregido con gafas o mediante operación. Los problemas de ojos más serios no abundan: déficit visual por atrofia óptica, ceguera de origen central, hemianopsia homónima (ceguera en la mitad del campo de visión), pérdida de visión binocular, defectos de refracción o nistagmus (movimiento involuntario de los ojos).
- Trastornos de la audición: Se dan en un 10-15% de las personas con parálisis cerebral, aunque este porcentaje cada vez es más bajo gracias a la prevención de la incompatibilidad feto-materna.
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